Etiquetas

Etiquetas

miércoles, 26 de agosto de 2015

Etiquetas

 Hola chicos, siento todo el tiempo que llevo sin dar señales de vida. Han sido tiempos difíciles, tiempos de cambios y tiempos de actuar y crecer. Hoy es uno de esos días en los que siento que algo dentro de mí no deja de inquietarme y necesito plasmarlo y compartirlo con vosotros. Hoy siento una gran indignación, hoy siento una gran pena dentro de mí, algo que me deja perplejo y sin palabras, atónito ante la cruda realidad.
          Para que entendáis de lo que estoy hablando, necesito hacer una aclaración sobre las etiquetas. A lo largo de la historia, el hombre ha sentido la necesidad de “etiquetar” y definir todo cuanto le rodea ¿por qué? Para poder controlarlo y clasificarlo. Si le ponemos nombre a algo podemos compararlo con un grupo y así hacemos más fácil la ardua tarea de darle un trato adecuado para la etiqueta que lleva. ¿Por qué somos los humanos los que ponemos etiquetas a las cosas y los animales y no es al revés? Porque los seres humanos somos, o al menos así lo consideramos, las criaturas superiores que pueblan la tierra. Esa superioridad que tenemos sobre el resto de especies y cosas nos da el “poder de etiquetar”. Tú serás un <perro>, tú un <tomate>, tú una <pelota>… y así hasta etiquetar todo cuanto conocemos.
 Bien, ya hemos llegado a una conclusión muy interesante, quien pone una etiqueta a algo es porque tiene una cierta superioridad o al menos así lo considera. ¿Dónde está el problema? El problema viene cuando nos dedicamos a poner etiquetas a las personas. Tú eres un <friki>, tú eres una <guarra>, tú eres <mala>, tú eres un <yonki>, tú… Tú eres una persona como yo, como él y como ella. Quién nos da ese derecho de poner etiquetas a los demás, de juzgar sus gustos y sus actos y ponerles la etiqueta, nadie es superior a nadie para poder ponerle una etiqueta. Nadie es malo ni bueno, nadie es santa ni puta, nadie es inútil o un genio. Todos no somos iguales, está claro pero eso es lo que nos hace a todos diferentes, no superiores. Por ejemplo, algo evidente a simple vista es mi complexión física, soy bastante alto, pero eso no me da derecho a usar mi altura como pretexto para decidir que todos los que no son tan altos como yo son <bajitos> y por eso son menos que yo.
Hay una cosa que me indigna más que el hecho de poner una etiqueta a alguien que es lo que me ha movido a escribir todo esto. Una cosa es etiquetar y otra catalogar. En cierto modo una etiqueta define lo que está etiquetando pero cuando se cataloga a alguien se le está tratando con mucha más superioridad y desprecio. Cuando se cataloga a alguien se la está juzgando por hechos que quizás ni ha cometido o que no son tal como los conocemos, solo se usa como base la opinión propia, sin conocer a esa persona ni lo que realmente ha pasado. En un momento determinado nos conviene decir antes los demás o ante nosotros mismos que esa persona es tal cosa y ya siempre la llamamos por ese nombre. No está bien catalogar a la gente solo por lo que nos cuentan o lo que creemos que ha pasado. Lo que cada uno piensa o cree es tan subjetivo que no puede ser más que eso, una opinión personal. Cada uno es libre de pensar lo que quiera, pero no de catalogar a los demás. Ese es <malo>, esa es una <puta>, ese es un <cabrón>, esa es <mala>. Hay que querer a todo el mundo y respetar.
¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Estáis seguros de que cada uno de nosotros tenemos el poder de decidir lo que es bueno y lo que es malo? Podemos decidir que es malo para nosotros, pero jamás para lo demás. “No te juntes con fulanita que es mala y te arrastra a hacer cosas malas…”, “no salgas con fulanito que no te quiere…”, “no estudies tal cosa que no tiene salidas…”, “no compres esa ropa que es muy fea, te sienta mejor aquella…”. ¿Seguro que tenemos tanto poder? Solo podemos aplicarnos esas decisiones a nosotros mismos. Podemos aconsejar pero no decidir por los demás, cada quien que haga lo que quiera con su vida. Si no nos gusta no aguantamos, no hay otra. ¿Por qué digo todo esto? Porque luego es muy fácil catalogar a alguien de <malo> cuando hace algo que a nosotros no nos gusta. ¿Pensáis que si una chica está enamoradísima de su novio y quiere acostarse con él es una puta por hacerlo? ¿Pensáis que si un chico quiere estudiar una carrera que cree que le gusta pero luego descubre que no es lo que buscaba y lo deja es un vago y un fiestero? ¿Pensáis que si alguien descubre que no está contento con su sexo y quiere cambiarse es un enfermo mental? Si nuestra respuesta es sí en todos o algunos de los casos, hay que intentar desarrollar dos cosas muy importantes para ponerle solución: Respeto y Tolerancia.
Cada uno tiene su forma de ver la vida pero que la tuya y la mía no sea la misma no me convierte en <malo>, ni en un <libertino>, ni en un <vago>. Simplemente me convierte en la persona que YO he elegido ser y que para mí es buena. Nunca debemos catalogar a la gente y es algo que todos hacemos, yo el primero, soy tan culpable como cualquiera, no estoy diciendo que yo sea perfecto, solo que es algo que no debería pasar nunca.

Sed vosotros mismos, vivir vuestra vida y, sobre todo, dejad que los demás vivan la suya. Un saludo a todos y, como siempre, muchas gracias por dedicarme un poco de vuestro tiempo. Hasta la próxima.

6 comentarios:

  1. ¡Mazuelos, que alegría volver a leer una entrada tuya! Ya veo que has estado tomandote un tiempo para crecer, pero espero que no sea más hacia arriba, que te acabarás dando en la frente con los cantos de las puertas. Jajaja
    Tu entrada me parece de lo más interesante, ya que, hoy en día, lo sepamos o no, estamos etiquetados por alguien, sea quien sea, y es algo que no podemos permitir, ya que somos personas, como bien explicas... No podemos dejar que nos etiqueten y nos categoricen, no somos muebles...
    Me alegro de que te acuerdes de escribir, aunque apenas tengas tiempo! ^^
    Un abrazo enorme

    P.D.: Desde el punto de vista informático, está muy bien el detalle de las etiquetas entre comillas triangulares jajaja

    ResponderEliminar
  2. Hola Jesús David. Me alegra mucho tu comentario. Después de la tormenta siempre llega la calma. Creo que nadie tiene poder de menospreciar a nadie y mucho menos a humillarlo o etiquetarlo. Lo de las comillas triangulares es una costumbre informática jajaja. Me alegra mucho, insisto, saber que al menos una persona tiene la misma forma de pensar que yo. Esta opinión es tan válida como cualquier otra claro está. Espero que sigamos dándole vida al blog. Un saludo JD. Gracias por opinar :)

    ResponderEliminar
  3. Pontanés indignado28 de agosto de 2015, 19:14

    Querido Mazuelos
    Cierto es, que no debemos encasillar a nadie. Todo el mundo elige quien debe ser.
    Pero también es cierto que nuestros actos y nuestras experiencias van determinando quienes somos.
    Una chica no es una pero si se acuesta con todos los tíos que va pillando, se está comportando como tal.
    Un chico no es un pero si atraca un banco será juzgado por robo y se le calificará como ladrón cuando tenga la denuncia correspondiente.

    Nuestros recuerdos van indicando quienes somos. Nuestros actos van determinando la vida que vamos queriendo llevar.

    No es etiquetado muchas veces lo que sucede en este mundo. Es la experiencia. Una persona que roba en casas no tiene porqué volver a robar en una casa. Pero, ¿Tú la dejarías al cuidado de la tuya si ves que no se ha reinsertado en la sociedad?. Estoy segurísimo que no. ¿Lo estás encasillando por ello? Clarísimamente que no. Solo estas velando por tu seguridad y por la de tu familia.

    De la misma forma, el resto de cosas a las que tu llamas encasillar son a veces formas de protección para la persona que lo dice y para las personas a las que quiere y aprecia.

    Y no solo eso. Cuando se le echa a alguien en cara que es un y un y que ha dejado la carrera, muchas veces no es por joder sino por ayudarle. Hace falta que nos digan nuestros defectos a veces para poder enmendarlos. Eso es el principio de la humildad. Lo que pasa es que a veces somos demasiado orgullosos para reconocerlo. Y por eso decimos la tan sonada frase de : "Mi vida es mía y hago con ella lo que quiero". Frase que es totalmente falsa. Tú vida NO ES TUYA. Es de todos los que te han ayudado a llegar a dónde estas. Y a ellos les debes agradecimiento. Si tu vida fuera solamente tuya, no necesitarías de nadie. Pero como ser social que eres tienes unas obligaciones para con el resto de la sociedad que con el simple hecho de nacer y consentir que te alimentasen cuando eras pequeño ya te has creado. Ni de coña tu vida es solo tuya.

    Para acabar, de la misma forma que tú dices que respetemos la vida de los demás, te digo yo que no pretendas que los demás dejemos entrar al ladrón en casa si vemos que puede volver a robar.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Pontanés indignado28 de agosto de 2015, 19:17

    Vaya. Parece que los usuarios no tenemos el privilegio de escribir entre > < Así que dónde falta palabras léase: puta, ladrón, fiestero y vago respectivamente.

    ResponderEliminar
  5. Queridas personas y sus vidas.
    Coincido bastante con Pontanés; primero yo también como todos pienso que no se debe juzgar un libro por la tapa. También pienso que somos la suma de las decisiones que tomamos en nuestras vida, pero añado algo, podemos ser lo que elegimos,pero debemos aceptar las consecuencias de ello, las que han ocurrido ya y las que pueden pasar si sigues tomando la misma decisión siempre. Si por ejemplo siempre que vamos al trabajo vamos por el mismo camino, al final no sera necesario ser adivino para que cualquiera que te conozca sepa por donde iras la próxima vez. Las etiquetas son como los suspensos puede que nos las pongan otros pero la culpa es nuestra por actuar como actuamos.

    Pontanés también tiene razón en lo de la humildad, necesitamos saber nuestros fallos para corregirlos pero en este mundo domina la hipocresía, muchas veces se habla de los fallos de los demás mientras se ignoran los nuestros y no por orgullo, si no porque se es así.

    Coincido con pontanés en lo de que nuestras vidas no solo somos nosotros, también lo son las personas de nuestro alrededor. Personas que de una manera u otra han influido en lo que somos de manera directa o indirecta. También nosotros somos nuestro pasado y nuestro futuro, no podemos ignorar lo que fuimos o lo que pasó con alguna persona que hoy en día no tenemos relación y que también en parte nos moldearon un poco. Tampoco podemos negarle a alguien cosas que hicimos por muy mal que fueran esos hechos y aparentar que no pasaron.

    Para acabar, yo también pienso que debemos respetar a los demás, pero que ellos nos traten como deberían, ya que eso es síntoma de respeto.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Queridos Pontanés indignado y Anónimo, os responderé a los dos a la vez si no os importa. ¿Acaso ocultar el nombre y dejar un comentario crítico no es lo mismo que tirar una piedra y esconder la mano? Todos tenemos derecho al anonimato, bien, todos tenemos igualmente derecho a actuar según nuestro criterio. Obviamente no somos perfectos y cometemos errores. Cometemos muchos errores pero, ¿quién tiene el poder de llamarnos tal o cual por ellos? Solo uno y está arriba, juzgándonos a todos. Dios es el único que puede poner orden y llamarnos vagos, putas, ladrones o asesinos. Nosotros estamos cortados por la misma tijera, no digo que quien robe una vez no pueda volver a hacerlo. Yo defiendo que nadie es quién para llamarlo ladrón aunque nunca haya robado. NADIE. Además, querido amigo Anónimo, es una falta muy grande de amor y de fe no saber perdonar. Si una vida se rige por el rencor y la crítica, pena me da, lo siento. Yo, como imperfecto pero consentido cristiano que soy, considero que si el ladrón me da una buena explicación, me devuelve mis cosas y me pide perdón sinceramente, ¿Quién soy yo para no concederle el perdón? Dios ya lo ha perdonado, ¿acaso soy yo más que Dios? Si el perdona que un hermano ofenda a otro ¿Quién soy yo para no perdonar a mi hermano? Cuando Dios perdona elimina todo prejuicio o calificativo despectivo que a juicio de personas como tú, es correcto. ¿Quién soy yo para negar el perdón de un inocente? Así es como yo lo veo y quizás haya quien no esté de acuerdo, lo respeto. Es fácil calificar a los demás, tenemos que mirarnos a nosotros mismos y ver qué hemos hecho mal antes de juzgar y condenar, pues podemos ser algo peor que un ladrón o un vago. La gente cambia, el amor y el perdón hacen cambiar a quien realmente los sienta. Nadie tiene derecho a condenar a otro por algo que hizo y de lo que se arrepiente. El arrepentimiento existe y que cometas un error no te condena eternamente a llevar esa etiqueta, no somos nosotros quienes debemos juzgar eso.
    Por otro lado, es cierto que mi vida afecta a los que me rodean, pero el como la afronto es mi decisión. Intento decir que somos dueños de nuestros actos al igual que somos dueños de nuestras rectificaciones. Si no tenemos libertad para decidir y afrontar no podemos madurar y aprender. Sí, es cierto, debemos mucho a quienes estuvieron ahí para apoyarnos y aconsejarnos. Pero nuestra vida es solo nuestra, nosotros tomamos las decisiones. Los que están ahí apoyando no son dueños de nada. No tienen derecho a decidir por nosotros y tampoco a decidir qué es bueno o malo para nosotros. Pueden dar consejos pero no enfadarse si lo que hacemos no es lo que ellos esperan. Muchas veces los consejos de un alguien se ven influenciados por los sentimientos que sienten hacia la persona que aconsejan dotándolos por completo de una gran subjetividad que se aleja del camino que la persona aconsejada desea tomar, poniéndola en el compromiso de tener que asentir para luego hacer lo que realmente quiere hacer pero que no dice porque esa persona no es capaz de respetar lo que la persona aconsejada desea hacer. Eso no es ayudar, es obligar. Pero bueno, eso son casos particulares, en general yo soy el primero que aconseja o se deja aconsejar, pero que nadie piense que es dueño de mi vida por darme un consejo, pues seguirlo o no, depende de mi propia voluntad.
    Un saludo a los dos y gracias por compartir vuestra opinión.

    ResponderEliminar