Hola a todos, siento mucho mi
ausencia. Sé que llevo mucho tiempo sin publicar nada y sin hacer acto de
presencia. Pido disculpas a todos los lectores. Pese a que aún corre el periodo
de exámenes universitarios, me siento preparado para compartir con todos
ustedes algo desde hace tiempo guardo en el tintero de mis pensamientos. Es una
idea que alguien me propuso durante un debate y he decidido dar mi opinión
libremente sobre el tema que en su día tratamos.
¿POR
QUÉ RECHAZAMOS SENTIMIENTOS QUE PENSAMOS QUE NOS HACEN DÉBILES?
La verdad es que, cada vez con
más frecuencia, hay gente en el mundo que siente miedo de sus propios
sentimientos ¿Por qué una hermana no es capaz de decirle a la otra que la
quiere y la echa de menos si realmente lo siente? ¿Por qué no podemos hablar de
nuestros sentimientos con la persona a quien están dirigidos? ¿Por qué
directamente rechazamos la existencia de esos sentimientos? Son preguntas que
surgen en muchas ocasiones y es duro para la persona que lo siente.
Siempre digo que para querer a
alguien, sea un hermano, un amigo o una pareja, hay que quererse a uno mismo.
“Nadie te querrá jamás igual que te puedes querer tú mismo”. Me entristece
pensar que, por desgracia, hay personas que no tienen tan buen concepto de sí
mismas y les cuesta muchísimo trabajo abrirse a los demás, darse a conocer tal
y como ellas son. Son personas que muestran una enorme inseguridad en sí mismas
y en los demás. Quiero decir con esto que, desde mi punto de vista, si alguien
siente tanta inseguridad en sí mismo, debe sentir una especie de
“desconfianza”, por llamarlo de algún modo, hacia la gente, y esto se debe a
que esa persona no es capaz de llevar el control de su estabilidad emocional ni
de su vida y se siente muy vulnerable y débil. Cuando esa persona es consciente
de ello, es normal que necesite retomar las riendas de su vida. Para cumplir
este propósito debe mostrar cierta fortaleza y dureza hacia todo lo que sienta
que puede hacerle daño o que puede hacerle perder el control de su vida.
Esa fortaleza es como una
barrera que la persona pone entre ella misma y el mundo que la rodea para
evitar que nada la perturbe. Se va poco a poco desligando de la sensibilidad y
se va sumergiendo lentamente en sí misma para encontrar la clave de su
inseguridad y su incapacidad para decidir qué hacer con su vida.
Por un momento, vayamos a la
otra cara de la moneda. ¿Qué son los sentimientos? ¿Qué es el amor? El amor,
referido no solo a la pareja, sino a un amigo, un pariente cercano o inclusive
a uno mismo, es “desear el bienestar físico y mental de la persona a la que se
ama y el de uno mismo”, en otras palabras, es querer para otra persona lo mismo
que para ti. Si ahondamos más en este concepto, el extremo más absoluto sería
el amor por la pareja o los hijos. ¿Qué es ese amor? Ese amor es desear para la
persona que se ama el mejor bienestar posible, aun teniendo que sacrificar el
nuestro propio en ocasiones, solo por amor, por voluntad propia. Es entregarse
al máximo.
Retomemos el camino
primigenio. Si alguien no se siente querido por sí mismo y se siente inseguro,
¿cómo creéis que se sentiría si sintiese algún tipo de amor por otro: sea
amigo, hermano o pareja? Yo sinceramente pienso que sería extraño para esa
persona, que ni siquiera puede “sentirse segura de sí misma” o “mantenerse
estable sin que nada le afecte”, tener que depender así de pronto de alguien,
unir su estabilidad emocional a él. Esta persona no tiene una personalidad tan
definida y firme como para dejarse llevar por el amor hasta ese punto.
Si esta persona ha creado esa
fortaleza ha sido para aislarse de aquello que considera que la hace débil
frente al mundo. Entiendo perfectamente que al verse en ese estado de
dependencia sentimental se sienta débil y vulnerable, y tienda a rechazar de
raíz ese sentimiento. Querer a otra persona sea cual sea el motivo o la propia
persona, significa convertirla en tu debilidad (según el grado de cariño o amor
que sintamos), pues queremos todo el bien posible para ella y cualquier
problema que tenga nos afecta.
De esta forma parece lógico
que puedan rechazarse esos sentimientos por miedo, inseguridad o simplemente
porque pensamos que “nos hacen débiles”. Bien es cierto que el amor crea
dependencia pero, a su vez, da muchísima fuerza. Creo que, si algo nos
diferencia de un perro, un gato o un mono, son los sentimientos tan complejos
que sentimos. Debemos respetarlos y dejarlos crecer, pues no hay nada más puro
y fuerte que el amor y si es nacido de la nada más puro y fuerte aún que si
fuese creado o infundado. No eliminemos nuestra mayor cualidad, nuestra
naturaleza.
Sea como sea, quien sienta el
amor que lo viva y lo comparta, la vida es corta y hay que vivirla al máximo,
si es amando a los demás, mejor.
Para terminar, me gustaría
dejar una frase grabada en vuestra memoria: De entre todos los amores que
existen, ninguno os llenará y satisfará tanto como el amor a vosotros mismos.
Sed felices. Muchas gracias por dedicar un poco de vuestro tiempo a leer mis
reflexiones. Un abrazo. Hasta la próxima.