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miércoles, 9 de marzo de 2016

Se cierra el blog indefinidamente

A día de hoy nadie lee ya este blog, y no creo que nadie recuerde su existencia, pero ha formado parte de mi vida y estoy segura de que algún día lo recordaré como una ilusión, un proyecto de la juventud, y quizás vuelva a leer todas y cada una de las entradas. Pero hoy, el hecho de que esta página siga abierta sólo me aporta dolor y recuerdos. 

Mi idea al crear este blog era poder hacerlo entre un grupo de amigos que compartiéramos el gusto por la lectura y escribir. En esos momentos de mi vida yo sentía que a nadie le gustaba leer lo que yo escribía, y sabía que había más personas que se sentían igual, así que ¿qué mejor manera de sentirnos valorados que entre nosotros mismos? Los primeros meses me hacía mucha ilusión escribir por el simple hecho de saber que alguien lo leería, e incluso opinaría, aunque sólo fuera entre nosotros mismos. Me lo tomé muy en serio, a veces llegué a ser insoportable, repitiendo una y otra vez la idea del blog, comentándoselo a todo el mundo, proponiéndoles colaborar, incluso pegando propaganda por las calles... en fin, lo que mueve una ilusión. Sin embargo, en todo este tiempo, y sobre todo mucho después, he aprendido que si quieres hacer algo y que salga bien no puedes contar más que contigo misma. Cuando te importan demasiado los demás, aunque seais amigos, te das cuenta de lo difíciles que se pueden llegar a hacer las relaciones y como ello puede llevar al fracaso tu trabajo.

Hoy miro el blog y solo me transmite recuerdos que ya no existen, opiniones que olvidé o cambiaron, proyectos que abandonamos, y para nada nos representa ya. 

En cuanto a los "miembros" del blog, estoy enormemente dolida. Uno me prometió el mundo y lo único que me dio fueron mentiras y dolor, que a día de hoy sigo sufriendo. El otro, (siento suficiente enfado para poner una ofensa directa, pero mis principios están sobre eso), se enfadó sin motivos y decidió borrar todas las entradas del blog que hasta entonces había escrito. Le ofreci mi amistad, mi tiempo, consejos, participar aquí... pero según él, nunca nos consideró amigos. 
En fin, historias hay para dar y regalar, y todas decepciones. Aquí viene mi primer consejo: nunca te comprometas con nadie en un proyecto, ni en la vida, a nadie le importas, por mucho que hagas por las personas al final lo único que harán es arruinarte. Cría cuervos y te arrancarán los ojos. 

En cuanto a mi, yo misma he cambiado bastante, y para peor seguramente. He recibido muchos palos, pero eso no me justifica. Aún así he tomado la resolución de que se acabó ser buena y tonta, a quien me trate bien yo le trataré mejor, pero quien me haga derramar una sola lágrima o perder un sólo segundo de felicidad, no tendrá ni un sólo minuto de mi vida. La vida debe ser felicidad, no lágrimas, llantos, reproches, recuerdos dolorosos, nostalgias y penas. Por eso se acabó ya este blog, me recuerda al pasado y es algo que hay que superar. Lo siento por todas las personas que han colaborado alguna vez y no han tenido la culpa de nada, aún asi la decisión está tomada, aunque a nadie le importe si quiera. 

Un último consejo: vivir de tal manera que no necesitéis de otros para ser felices. La felicidad está en uno mismo, pero cuesta trabajo encontrarla. Voy a abrir un nuevo blog, adaptado a esta etapa de mi vida, en el que iré reuniendo consejos basados en experiencias reales y personales. Pero creo que será anónimo, así podré escribir sin censura ni compromiso.

PD: Finalmente abrí otro blog (y no es anónimo): https://mi-rincon-de-reflexion.blogspot.com.es/

Andrea.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Prefieres buscar o descubrir?

Imagina que vas de compras a buscar un modelo de zapatos que te gustan mucho.

Seguro que lo primero que harás será ir a la zona de tiendas que conozcas. Aunque esas tiendas tengan chaquetas, gorras y cosas que normalmente te llamarían la atención, tú sólo vas a por esos zapatos. Tienes tantas ganas de tener ese modelo…lo quieres, lo necesitas… y no te das cuenta que esa tienda tiene un montón de cosas que podrían gustarte.Lo mismo ocurre al buscar pareja, un grupo de colegas o tu mejor amigo. Funciona exactamente de la misma manera. El hecho de buscar algo en concreto condiciona lo que vas a encontrar, y si vas directo a esas tiendas te estarás perdiendo otras muchas, incluso con mejores precios.Y mientras buscas ese modelo de zapato específico, puedes estar perdiéndote todas esas chaquetas y gorras de tu alrededor.

Cervantes dijo una vez:
"El que no sabe gozar de la aventura cuando le viene no debe quejarse cuando pasa"
Y yo, personalmente, baso parte mi vida en una analogía que bauticé como ” las puertas entreabiertas”.

Aunque suene raro, cada vez que conozco a una persona me imagino un número infinito de puertas delante de mí. Y cada una de ellas puede contener algo distinto detrás. A lo mejor una nueva amistad, un lío de una sóla noche o, quizá, el amor de tu vida. O, no sé, igual ese amor especial que no es amistad y no es sólo sexo y que no sabes muy bien cómo explicarlo porque, entre el blanco y el negro, hay un sinfín de tonalidades de gris. Apuesto a que ya habías escuchado esa frase antes. Plantéatelo así. Si solo buscas un lío de una noche, quizá te pierdas a ese amigo especial. Si te cierras a tener sólo amor, puede ser que se te pase la mejor noche de sexo que hayas tenido jamás. Si sigues buscando sólo amistad a lo mejor no conocerás al amor de tu vida.

Creemos que todo lo que hacemos lo pensamos de una manera racional, y que nuestros instintos son cosa del pasado. ¿Tú te consideras una persona racional? ¿Totalmente dueña de sus actos y de todo lo que haces? Son muchos los instintos que nos mueven todos los días… muchos los instintos que creemos no tener y que luchamos contra ellos. ¿Por qué no nos guiamos más por lo que sentimos de manera irracional e inexplicable? Por las mariposas, por el nudo en el estómago… y no por lo que pensamos o nos hace pensar la sociedad podrida de prejuicios en la que vivimos. “Ah no! yo es que se lo que busco. Quiero una pareja que me quiera, que me mime y que valore lo que hago y que me haga sentir especial“. A ver ¿hablamos de enamorarnos o de pedir una hamburguesa en un restaurante cualquiera? No sé… que tal una vida donde arrepentirnos de lo que hemos hecho y no de llevarnos el “¿y sí?” a la tumba.

Si decides dejar las puertas entreabiertas, si decides no prejuzgar…¡no os podéis imaginar la cantidad de experiencias que se pueden llegar a vivir! ¿Sabéis cuántas veces me han mirado por encima del hombro y me han dicho: ” ¡estás loco! esas cosas pasan solo en las películas”.Os puedo asegurar que eso no es verdad, y también os puedo asegurar que ninguna de esas cosas llevaba la etiqueta de “es lo que se debe hacer”, “es lo mejor para mi futuro”, ” es lo que me conviene”, “qué pensarán de mí”. ¿ De verdad es más importante toda esa basura que tu felicidad? Porque yo creo que no.

Recuerdo algo que leí no hace mucho que decía: “Explicar un sentimiento es como entender la poesía, tú tienes tu metáfora y yo tengo la mía”. Lo que quiere decir es que cada uno entiende lo que siente de una manera distinta y cada uno tiene puntos de vistas diferentes, incluso sobre una misma cosa, pero a mi parecer, para tener un opinión válida de algo, debes haberlo vivido primero.

Quizá os suene esta escena: “Hijo, cómete la verdura…mamá, es que no me gusta…cómo sabes que no te gusta si ni la has probado?”. ¿Sabes por qué tanta gente se rodea de personas equivocadas? Porque dicen que no les gusta la verdura cuando jamás la han probado. Se pasan la vida buscando algo que piensan, sin darse la oportunidad de descubrir algo que sienten.

lunes, 31 de agosto de 2015

El valor de la amistad

Hola a todos, si es que alguien sigue leyendo este blog. Sé que últimamente prácticamente todos hemos abandonado este pequeño refugio de expresión que nos ofrecía el blog, sinceramente a mi ya no me apetecía escribir. He pasado una etapa de rabieta, pues me entristece mucho pensar que a mi me encanta escribir, pero cada vez a menos personas les gusta leer. Es algo que me desmotiva mucho, me siento una incomprendida en este mundo que cada vez se nos va más de las manos, y ni siquiera me tranquilizaba la seguridad que nos ofrece el blog de que al menos leeremos las entradas entre nosotros mismos. No. Eso ya no es una seguridad.

Estoy bastante harta y mosqueada, la verdad, y seguramente termine arrepintiéndome de mucho de lo que hoy escriba, pero me da igual, es lo que pienso y es mi opinión, y aunque dentro de un rato cambie de parecer, no voy a borrar esta entrada pues es algo que he pensado en algún momento y no me arrepentiré de ello.

"La amistad", qué complicada de conseguir y qué fácil de perder. Supongo que es como la confianza, se gana con mil actos y se pierde con tan solo uno. Hoy en día la amistad es prácticamente inexistente. Existen los "colegas" y aquellas personas a las que llamamos amigos pero que realmente no conocemos. Me sorprende ver cómo dos muchachos que se conocen de un par de semanas ya se llaman "hermanos" entre ellos, y luego pasa un mes y a lo mejor ya no se saludan ni por la calle.

En mi corta vida ya he visto de todo: desde que estaba en primaria ya consideraba a algunas personas amigas que luego al pasar a la ESO hicieron como que ni me conocían. Entonces pensé que era cosas de niñas, que a esa edad uno no tiene claro el sentido de la amistad. Pero es que conforme he ido creciendo me he ido decepcionando con algunas personas aún más.

Quizás mi error es que me gusta conocer a las personas. Cuando conozco a alguien me gusta preguntarle sobre su vida, ofrecerle mi amistad y confianza. Confío demasiado pronto, brindo demasiado fácil mi mano y muchas veces me equivoco, claramente. Me ha sorprendido conocer a personas con las que considero que me he portado bien, y por alguna razón hoy las veo por la calle y son completos desconocidos. Hay otras personas que han sido mis amigos y luego me han pedido salir, al decirles que no los veía como algo más que amigos, también han dejado de mirarme y han adoptado la actitud de hacer como que no me conocen. ¿Cómo es posible? A decir verdad me alegro de mis decisiones, pues considero que si quieres a alguien, no deja de importarte de un día a otro y dejas de valorar su amistad sólo porque quieres algo más, que al fin y al cabo ¿qué es? ¿besos? ¿restregarse? Me pone los pelos de punta ver cómo hoy en día eso se valora más que la amistad. Pero eso ya es otro tema.



Si sigo analizando las decepciones que me he llevado a lo largo de mi vida, llegamos al punto de los "amigos condicionados". Esos no deberían considerarse ni amigos, son aquellos que solo están para los que les conviene, pero no les importas lo más mínimo. Ya puedes ir a morirte a la puerta de su casa, y estoy segura de que no abrirían ni para darte un vaso de agua. Eso sí, si ellos te piden un favor o te dicen de dar una vuelta tienes que estar ahí y contestar al instante, porque si no ya empiezan con las quejas.

Y luego están los que tú consideras amigos, pero que ellos no te consideran como tal. Son aquellas personas que conoces, con la que sales a tomar algo, vienen en tu grupo de amigos, siempre les invitas a dar una vuelta, o a cualquier excursión o plan, si vas de viaje piensas en ellos, les hablas y preguntas cómo van... yo qué sé, los consideras amigos y los tratas como tal. Pero llega un momento en el que te das cuenta de que ellos no te consideran amiga.

La amistad es algo que se debe entregar sin condiciones. Yo considero amistad a estar ahí para lo bueno y lo malo, para ofrecer tu apoyo, tus consejos, tu tiempo... sin esperar nada a cambio. Pero ¡coño! Somos humanos y tenemos sentimientos, y aunque se supone que en la amistad no es convenida, al fin y al cabo esperas que la otra persona valore tus actos y que esté ahí. Pero el problema de portarte bien es que siempre se te pide más y más, y como decía antes, la amistad de gana con mil actos y se pierde con solo uno. Y a lo mejor cualquier detalle que olvidas, cualquier detalle que no consideras importante y que tú le perdonarías a la otra persona, pues a ti no se te perdona y pareces la peor persona del mundo.

Y estoy harta. Me he dado cuenta de que si la amistad se gana con mil actos, quizás mi amistad se gana sin ninguno. Mi problema quizá es ese, que ofrezco mi amistad demasiado rápido, confío demasiado pronto en las personas, les perdono cosas que ellos no me perdonarían nunca, doy todo de mi pero no es suficiente.

No soy perfecta, seguramente soy la peor amiga del mundo. Pero puedo prometer que si soy la peor amiga del mundo no es porque yo quiera, porque intento dar lo mejor de mi, si no puedo ser mejor amiga o mejor persona es porque no puedo dar más de mi, porque tengo mis errores, pero los que me conocen saben que un día me puedo equivocar, pero al siguiente pido perdón, intento solucionar los problemas, digo las cosas claramente e intento salvar la amistad.

Porque los mejores amigos no son los que nunca tienen problemas ni diferencias, son los que los tienen pero los hablan e intentan solucionar. Lo que no se puede es actuar como "solapones", callarse lo que les molesta de mi, no decírmelo, ir acumulándolo todo y luego no considerarme buena amiga. Yo puedo cambiar lo que sé que te molesta, pero no puedo cambiar algo si yo pienso que no es un problema. Pero claro, no todos piensan así.

Todos coincidimos en que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano. Pero tener ya unos amigos definidos no implica cerrarse a nuevos amigos, porque el mundo está lleno de buenas personas, personas que merecen amistad, merecen ser escuchados y apoyados. Mi teoría es que todo el mundo merece una oportunidad hasta que demuestra lo contrario. Y así me llevo tantas decepciones.

¿Pero sabéis que es lo mejor? Que a pesar de que de las decepciones se aprende, yo no voy a cambiar mi forma de ser por nadie. Puedo cambiar mis errores, eso sí, pero no pienso pensar que todas las personas son malas sólo porque algunos ya me fallaron. Porque yo no creo que la amistad se pierda solo por un acto, creo que la verdadera amistad supera todos los obstáculos y no abandona en el primer bache o error.

"Es una locura odiar todas las rosas sólo porque una te pinchó". El Principito.





miércoles, 26 de agosto de 2015

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 Hola chicos, siento todo el tiempo que llevo sin dar señales de vida. Han sido tiempos difíciles, tiempos de cambios y tiempos de actuar y crecer. Hoy es uno de esos días en los que siento que algo dentro de mí no deja de inquietarme y necesito plasmarlo y compartirlo con vosotros. Hoy siento una gran indignación, hoy siento una gran pena dentro de mí, algo que me deja perplejo y sin palabras, atónito ante la cruda realidad.
          Para que entendáis de lo que estoy hablando, necesito hacer una aclaración sobre las etiquetas. A lo largo de la historia, el hombre ha sentido la necesidad de “etiquetar” y definir todo cuanto le rodea ¿por qué? Para poder controlarlo y clasificarlo. Si le ponemos nombre a algo podemos compararlo con un grupo y así hacemos más fácil la ardua tarea de darle un trato adecuado para la etiqueta que lleva. ¿Por qué somos los humanos los que ponemos etiquetas a las cosas y los animales y no es al revés? Porque los seres humanos somos, o al menos así lo consideramos, las criaturas superiores que pueblan la tierra. Esa superioridad que tenemos sobre el resto de especies y cosas nos da el “poder de etiquetar”. Tú serás un <perro>, tú un <tomate>, tú una <pelota>… y así hasta etiquetar todo cuanto conocemos.
 Bien, ya hemos llegado a una conclusión muy interesante, quien pone una etiqueta a algo es porque tiene una cierta superioridad o al menos así lo considera. ¿Dónde está el problema? El problema viene cuando nos dedicamos a poner etiquetas a las personas. Tú eres un <friki>, tú eres una <guarra>, tú eres <mala>, tú eres un <yonki>, tú… Tú eres una persona como yo, como él y como ella. Quién nos da ese derecho de poner etiquetas a los demás, de juzgar sus gustos y sus actos y ponerles la etiqueta, nadie es superior a nadie para poder ponerle una etiqueta. Nadie es malo ni bueno, nadie es santa ni puta, nadie es inútil o un genio. Todos no somos iguales, está claro pero eso es lo que nos hace a todos diferentes, no superiores. Por ejemplo, algo evidente a simple vista es mi complexión física, soy bastante alto, pero eso no me da derecho a usar mi altura como pretexto para decidir que todos los que no son tan altos como yo son <bajitos> y por eso son menos que yo.
Hay una cosa que me indigna más que el hecho de poner una etiqueta a alguien que es lo que me ha movido a escribir todo esto. Una cosa es etiquetar y otra catalogar. En cierto modo una etiqueta define lo que está etiquetando pero cuando se cataloga a alguien se le está tratando con mucha más superioridad y desprecio. Cuando se cataloga a alguien se la está juzgando por hechos que quizás ni ha cometido o que no son tal como los conocemos, solo se usa como base la opinión propia, sin conocer a esa persona ni lo que realmente ha pasado. En un momento determinado nos conviene decir antes los demás o ante nosotros mismos que esa persona es tal cosa y ya siempre la llamamos por ese nombre. No está bien catalogar a la gente solo por lo que nos cuentan o lo que creemos que ha pasado. Lo que cada uno piensa o cree es tan subjetivo que no puede ser más que eso, una opinión personal. Cada uno es libre de pensar lo que quiera, pero no de catalogar a los demás. Ese es <malo>, esa es una <puta>, ese es un <cabrón>, esa es <mala>. Hay que querer a todo el mundo y respetar.
¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Estáis seguros de que cada uno de nosotros tenemos el poder de decidir lo que es bueno y lo que es malo? Podemos decidir que es malo para nosotros, pero jamás para lo demás. “No te juntes con fulanita que es mala y te arrastra a hacer cosas malas…”, “no salgas con fulanito que no te quiere…”, “no estudies tal cosa que no tiene salidas…”, “no compres esa ropa que es muy fea, te sienta mejor aquella…”. ¿Seguro que tenemos tanto poder? Solo podemos aplicarnos esas decisiones a nosotros mismos. Podemos aconsejar pero no decidir por los demás, cada quien que haga lo que quiera con su vida. Si no nos gusta no aguantamos, no hay otra. ¿Por qué digo todo esto? Porque luego es muy fácil catalogar a alguien de <malo> cuando hace algo que a nosotros no nos gusta. ¿Pensáis que si una chica está enamoradísima de su novio y quiere acostarse con él es una puta por hacerlo? ¿Pensáis que si un chico quiere estudiar una carrera que cree que le gusta pero luego descubre que no es lo que buscaba y lo deja es un vago y un fiestero? ¿Pensáis que si alguien descubre que no está contento con su sexo y quiere cambiarse es un enfermo mental? Si nuestra respuesta es sí en todos o algunos de los casos, hay que intentar desarrollar dos cosas muy importantes para ponerle solución: Respeto y Tolerancia.
Cada uno tiene su forma de ver la vida pero que la tuya y la mía no sea la misma no me convierte en <malo>, ni en un <libertino>, ni en un <vago>. Simplemente me convierte en la persona que YO he elegido ser y que para mí es buena. Nunca debemos catalogar a la gente y es algo que todos hacemos, yo el primero, soy tan culpable como cualquiera, no estoy diciendo que yo sea perfecto, solo que es algo que no debería pasar nunca.

Sed vosotros mismos, vivir vuestra vida y, sobre todo, dejad que los demás vivan la suya. Un saludo a todos y, como siempre, muchas gracias por dedicarme un poco de vuestro tiempo. Hasta la próxima.

jueves, 13 de agosto de 2015

Felicidades Roberto :)

Gracias por ser una persona maravillosa, un punto de estabilidad, una fuente de consejos, un amigo, un confidente, gracias por ser Tito Roby :)

lunes, 10 de agosto de 2015

Viajes en coche


Todos viajamos en coche, ya sea a destinos cercanos como a lejanos. Muchos pensaran que el viaje en coche puede ser algo aburrido: salir de tu ciudad y ver kilómetros y kilómetros de asfalto, ver cientos de coches, aguantar el traqueteo de las zonas donde la carretera esta algo más desgatada y tiene baches... Debido a este pensamiento, tendemos a ocupar el tiempo del viaje sumidos en nuestro smartphone usando diferentes redes sociales o jugando, lo que hace que no apreciemos la belleza natural y arquitectónica que se nos ofrece durante el viaje. No me refiero a filigranas en las carreteras, sino a las estampas que podemos apreciar.
"Horses & Music 2015" - Escuela de Arte Ecuestre "Costa del Sol"
Si ponemos como ejemplo viajar durante las primeras horas de la mañana o incluso durante el amanecer, podemos apreciar como el cielo va clareando y el sol aparece entre las montañas, las ciudades empiezan a tener movimiento... Si viajamos durante la mañana o la tarde podemos apreciar la naturaleza en su pleno fulgor: animales que buscan comida, trabajadores del campo trabajando sus tierras... Los viajes que se dan en la tarde, durante el anochecer, a mi juicio, son los que más belleza nos aportan: el sol de un tono anaranjado ilumina con sus últimos rayos la naturaleza, dando paso a un escenario oscuro que iluminará la luna, otorgando una magia indescriptible. Si a estos viajes les añadimos ciertas canciones, pueden convertirse en momentos fascinantes.
Este fin de semana lo he pasado en la localidad malagueña de Estepona donde, aparte de la visita familiar, he disfrutado de toda la belleza y el arte que la Costa del Sol puede ofrecer: infinitas zonas de costa bañadas por el Mar Mediterráneo, la degustación de la exquisita cocina que nos brinda la zona mediterránea y una espléndida muestra de Arte Ecuestre ofrecida por la Escuela de Arte Ecuestre “Costa del Sol” donde pude disfrutar de la combinación de la música tradicional del territorio andaluz como el flamenco y un espectáculo de arte ecuestre de mano de los jinetes profesionales que regentan este Centro de Arte Ecuestre.
Jinetes saludando al público del Palco Principal sobre sus caballos.


Mi viaje comenzó en la temprana mañana del Sábado junto a mi padre, saliendo de casa aproximadamente sobre las 8 de la mañana en dirección a la malagueña ciudad. Aunque el tiempo no acompañaba mucho, a medida que avanzaba por las provincias de Sevilla y Málaga, el tiempo mejoraba poco a poco. Acompañados de una tranquila selección musical que sonaba en la radio del coche, ver despuntar los rayos de sol a través de las nubes que cubrían el cielo por la zona central de la comunidad autónoma, hizo de la mañana un momento especial, donde el paisaje mostraba los mágicos rincones que hacen de Andalucia más especial de la península. A medida que la mañana avanzaba y nos acercabamos a la costa malagueña, empezamos a observar la diversidad turística que ofrecemos, así como la diversidad cultural que podemos aprender de nuestros turistas. Aproximadamente sobre las 11 de la mañana lleguamos a Estepona, haciendo nuestra primera parada en la Escuela de Arte Ecuestre para hacer la visita principal a mi madre. Despues de la emoción del reencuentro se ofreció a presentar en su oficina a “su hijo pequeño del que nunca dejaba de hablar” y a mostrarme las instalaciones mientras mi padre descansaba del viaje en el restaurante. Tras visitar a mi madre y ver las instalaciones del Centro Ecuestre, mi padre y yo decidimos ir a la playa cercana al centro mientras llegaba la hora de comer. Despues de seis años sin visitar la playa, mi primer impulso no fue el de tirarme al agua, sino el de pasear por la arena mientras observaba el horizonte y escuchaba las olas chocar con la arena de la costa. Despues de comer, decidimos dormir un poco para descansar del viaje y prepararnos para el espectáculo.
Personalmente, se que los artes andaluces por excelencia son el flamenco y la equitación, pero no conocía las sensaciones que producen ver las muestras de doma ecuestre en directo. Realmente fue algo indescriptible que recomiendo ver al menos una vez en la vida en directo, ya que cambia muchísimo de una forma a otra.
Durante el Domingo, mi padre y yo paseamos por el Paseo Marítimo de Estepona tras hacer diferentes recados hasta la hora de comer, cuando mi madre terminó su turno y volvió a casa. Aprovechamos para almorzar en el restaurante especializado en pescado y marisco de debajo de casa e ir a la playa a disfrutar de la maravillosa tarde que se ofrecía, aunque tuvieramos que tener bastantes precauciones mientras nos bañábamos debido a la presencia de medusas.
Durante el camino de vuelta, pese a tener que soportar diferentes retenciones por la autovía de la costa, pudimos disfrutar de un maravilloso escenario que nos ofrecían los rayos de sol anaranjado reflejandose en el agua del mar mientas el cielo perdía su brillo y los faros de las zonas costeras comenzaban a funcionar. Acompañados de la misma música que en el camino de ida, pudimos disfrutar de la vuelta y de las estampas que nos regaló, como la capital malagueña iluminada por las farolas de las calles y el Mar Mediterráneo delimitando el fin de la península...
Para finalizar esta larga entrada, aconsejo dejar de mirar las pantallas de los smartphones y mirar las maravillas que el paisaje andaluz ofrece.

viernes, 19 de junio de 2015

Como en casa, en ningún sitio.

Aprovecho el día de mi graduación para escribir esta tan reflexiva entrada, con carácter de crítica constructiva hacia los centros educativos que he estado visitando últimamente. Como podréis ver, he adoptado una forma de escritura gramaticalmente bastante correcta, esto se debe a todos los papeles que llevo rellenando unos meses.
El tema principal de esta entrada se refiere a una comparación entre el trato a primera vista del personal administrativo de diferentes centros con respecto al instituto en el que estudio. Sé que e tiempo que he estado estudiando en mi instituto ha hecho que conozca a fondo al personal administrativo, así como al profesorado, y esto haga que mi trato con ellos sea más familiar, pero, aunque en los otros centros me hayan atendido personas que ni conozco ni me conocen, es importante la educación y el saber estar en el trato.
Comenzaré describiendo al personal administrativo de mi instituto. Llevo estudiando en el I.E.S. Manuel Reina, de Puente Genil 6 años, lo que me ha llevado a conocer a muchas personas con las que he tratado día a día, siempre con la educación, el respeto y el saber hacer como seña de identidad, aparte de una sensación de seguridad y confianza enorme. Desde las conserjes, hasta el Director del centro son personas atentas y pacientes, dispuestas a ayudarte en todo lo posible.
Continúo con el primer centro: Conservatorio Profesional de Música “Maestro Chicano Muñoz”, Lucena. Tras decidir cursar durante los próximos años los estudios básicos de música en la localidad lucentina, llego a este conservatorio a pedir los papeles de preinscripción. En la ventanilla de Conserjería, una señora muy amable me entrega un papel y me explica que, para cualquier duda, podría visitar al Director del Conservatorio, al que, tras rellenar el papeleo, tendría que entregarle los documentos. Una semana después, vuelvo a Lucena a entregar los papeles ya rellenos. Me atiende el director, un hombre de mediana edad, de porte formal, que derrochaba confianza en sus palabras. Varias semanas después, vuelvo al conservatorio para realizar la prueba de aptitud. El profesorado que ejercía las veces de jurado, desde el momento que entré en la sala, se dirigió a mi con seguridad, confianza y simpatía. Este tipo de personal es el ejemplo de “trabajadores que saben trabajar”.
Segundo centro: I.E.S. Marqués de Comares, de Lucena. A este centro acudí el pasado miércoles para rellenar la solicitud de preinscripción para cursar mis próximos estudios. En la ventanilla de secretaría, la administradora que, pese a la rapidez de su habla, el algunos momentos irritada, hacía bien su trabajo, se empeñó en que entregara los papeles rellenos a ordenador, algo que no podría hacer, ya que tendría que volver a casa y perder otro día para entregarlos. Tras ello me informó de que era muy probable que no pudiese entrar en el horario que a mi me convenía y me informó del centro al que debía acudir. Este ejemplo es de una persona que sabe hacer su trabajo, pero podría hacerlo mucho más llevadero, ya que, cuando salí del centro tenía la sensación de poseer menos información de la que tenía antes de entrar, aunque ahora tuviera más papeles que me dieran dicha información.
Tercer centro: I.E.S. Vicente Núñez, en Aguilar de la Frontera. Tras 10 interminables minutos llamando al timbre de la entrada cuando el sol de la mañana pegaba más fuerte, conseguí entrar al centro y, obviando la información que se me pudiera dar desde conserjería, directamente acudí al despacho de Jefatura de Estudios, donde se me derivó al de Administración. Desde que abrí la puerta de la sala de administración, sentí un ambiente algo negativo hasta que, cuando la señora administradora abrió la boca, confirmé mi teoría, recibiendo un trato pésimo, ya que esta señora no admitía mis papeles rellenos a mano. Tras recibir una voz más alta de lo normal y salir del despacho malhumorado ordenándole a voces tranquilidad, rellené los formularios y se los entregué, alegando que no volvería a admitir un trato como el recibido. Tras ello, me dirigí al despacho de Dirección a informarme sobre las adjudicaciones de centros, con mi sorpresa que, el hombre que buscaba una carpeta en el armario de la sala donde entregué mis papeles era el director. Tras un amable trato con este hombre, salí del centro con cierta satisfacción por su trato recibido. La primera persona que me atendió es una persona que no parece feliz con su trabajo, todo lo contrario que la segunda, que parece tener un trabajo que le gusta y le apasiona.


 Para acabar con esta entrada, aunque se que nadie de los que serán nombrados leerá esto, me gustaría agradecer al profesorado que he tenido todo este tiempo todas las horas que me han dedicado. Estas personas como Antonio J. Herrador, ese profesor de lengua que me hacía leer en clase a voces; Jana Rivera, que no sólo enseñaba Ciencias Sociales, sino también nos hacía buenas personas; Inma Revelles, con la que aprendí que un profesor no es borde, sino que hace su trabajo en función del trato recibido; Rafael López y sus chistes sin sentido; Eloísa Villarreal, María Carrégalo, Juan Cano, Inma Román, Jose A. Gómez, Juan Rojas y, por supuesto Antonio Rodríguez, junto a todos esos profesores y profesoras que forman una segunda familia, no sólo por la ayuda recibida, sino por los buenos ratos fuera del instituto, darles las gracias, aunque esta noche vuelva a hacerlo. Todas estas personas son aquellas con las que, aunque salga de mi pueblo, vaya donde vaya, llevaré en mi mente.